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Aunque en el sistema capitalista se alternan épocas de crecimiento y decrecimiento, las causas que provocan las crisis vaían considerablemente y dependen de muchos factores. Su virulencia y la pérdida de recursos económicos y de cierto bienestar social, hacen que las sobrevaloremos pues si comparamos las etapas de crecimiento con las de recesión, éstas son mucho más cortas y, generalmente, menos intensas. Por la propia naturaleza humana tendemos a dramatizar y ciertos acontecimientos se exageran. No hay que ver que cada invierno cae la peor nevada de la historia. Pues con la crisis pasa lo mismo, si bien cierto que la actual tiene visos de ser de las más fuertes de los últimos 50 años.
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Pero de la crisis se sale. Se sale con el esfuerzo de todos y, por consiguiente, a pesar de que los gobiernos encaucen la situación, que más proto o más tarde lo conseguirán, toda la sociedad (trabajadores, autónomos, empresarios, estudiantes,...), tenemos una ardua tarea que pasa por supuerar la crisis, ser más competitivos y crecer, y para ello hay que adaptarse, hay que cambiar, hay que innovar (palabra que tanto miedo nos da y que es tan difícil de asimilar y aplicar).
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A continuación muestro un fragmento de un artículo de El Economista (16/02/2009) en el que se cuenta la experiencia de un hostelero que superó la crisis de 1993 y que ahora no sufre los efectos de la actual. La fórmula fue adaptase a la circunstancias y ser competitivo.
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